Don Polo Almanza: líder moral del autotransporte mexicano

Don Leopoldo Almanza Vera, líder moral del autotransporte de carga en nuestro país, escribió la historia de esta apasionante industria a través de la apertura de caminos y rutas para cumplir en tiempo y forma con las necesidades de un país en desarrollo. Apenas hace unos meses emprendió un viaje a nuevos destinos, convirtiéndose en la estrella que guie a las nuevas generaciones por los caminos de incertidumbre que rondan el sector.

Don Polo fue una de esas personas que hicieron la diferencia en cada ámbito y dejaron huella en cada uno de sus actos. De carácter sencillo, sumamente trabajador, alegre, poseedor de una mente lúcida, cauto y a la vez arrojado para hacer las cosas, con el don de escuchar y aconsejar, su presencia fue fundamental en el desarrollo de Autotransportes de Carga Tresguerras (ACTSA), donde trabajó como 18 años como operador, desempeñó cargos administrativos durante 42 años y fungió como presidente durante 25 años, de 1968 a 1993.

“¿Cuál es el secreto del éxito? Es por el servicio, por la renovación de equipo, hemos tratado de tener equipo nuevo, porque sabemos que con equipo usado no es negocio. Tresguerras, para atrás, ni para agarrar vuelo”, admitió de manera categórica Almanza Vera durante su última entrevista para Autotransporte 2000.

El trabajo de don Polo fue fundamental para el desarrollo de Tresguerras. Foto: Archivo Autotransporte 2000.

En Caracheo comenzó la historia…

Desde que nació en Cañada de Caracheo, municipio de Cortázar, allá por 1927, Don Polo ya tenía tatuados de manera natural, los caminos de México. A través de sus venas corría sangre de transportista al provenir de una familia de hombres-camión; su padre, Leopoldo Almanza Ortega, se dedicaba al transporte de pasajeros en la ruta que iba de su pueblo natal a la cabecera municipal y Celaya.

Es durante la infancia cuando se forja el carácter, a través de la convivencia con la familia, el trabajo y, en ocasiones, las ausencias. A los cinco años, don Polo perdió a su padre y apenas tres años después a su madre, Ana Vera León. Ceferino, su abuelo, asumió la figura paterna, aunque la convivencia con otros parientes fue dura, pero sirvió para adquirir fortaleza y ganas de sobresalir en el trabajo.

El trato que recibió de su tío Antonio Almanza, cooperativista de Tresguerras, no fue el más cordial, hasta podría decirse que fue rudo; sin embargo, afianzó en don Polo su deseo de triunfo. Desde joven, descubrió su pasión por el volante y, con férrea voluntad, entendió que sólo a través del trabajo podría cumplir sus sueños.

Con espíritu emprendedor, el joven se embarcó en la aventura de comprar su primer camión, un Chrysler Fargo de 3.5 toneladas, decisión en la que mucho tuvo que ver doña Luchita Mosqueda, su esposa y el motor de su vida, con quien se casó en 1951. Su entereza le impulsó a hacerlo; incluso, le cedió sus ahorros con la condición de que fuera un camión nuevo. Con el tiempo, llegarían los hijos y los orígenes de don Polo sirvieron para que sus nueve vástagos y terceras generaciones vieran con admiración y respeto el trabajo de un operador.

Así, el joven Leopoldo adquirió su primer camión e hizo hasta lo imposible por pagar la deuda en el menor tiempo posible. Más de 12 horas de trabajo diario, ir y venir, sacrificar tiempo con la familia, pero en tan sólo ocho meses saldó la deuda del vehículo, para inmediatamente tramitar la adquisición de una segunda unidad, hecho que marcó el inicio de la flota de don Leopoldo, pues las armadoras lo consideraban un cliente serio y responsable a la hora de comprar vehículos.

“Quisiera dar un agradecimiento a mi esposa Lucha, después de más de 60 años de casados, y a mis nueve hijos, que están actualmente trabajando en el negocio y colaborando con eficiencia dentro de él”, comentaría don Polo en otra ocasión.

Luchita Mosqueda, su esposa, fue el motor de su vida. Foto: Archivo Autrotransporte 2000.

El ascenso de Tresguerras

Con apenas 29 años de edad, en 1956 don Polo fue elegido como presidente de la Cooperativa Tresguerras por primera vez. La encomienda le exigía estar al frente dos años, que cumplió con éxito para posteriormente volver al volante, su pasión. Desde entonces, su meta principal como cabeza de Tresguerras fue que la empresa se colocara con una de las mejores. Lo consiguió.

Para 1962, los socios los designaron Presidente del Consejo de Vigilancia; más tarde Tesorero, hasta que volvió a asumir la presidencia en 1963. Cinco años después, impulsó el cambio de Cooperativa a Sociedad Anónima de Capital Variable, lo que se tradujo en un crecimiento vertiginoso de la empresa hasta 1990, aumentando el número de camiones, terminales y centros de distribución en puntos como Querétaro, León, Durango, Chihuahua, Aguascalientes, Torreón, Ciudad Juárez y Gómez Palacio.

Al haber pasado muchos años al volante, don Polo entendía y valoraba el trabajo de los operadores. Foto: Archivo Autotransporte 2000.

Líder del autotransporte

La experiencia acumulada al frente de Tresguerras, convirtió a Almanza Vera en pieza clave para la fundación de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR) en 1989, debido a que don Polo venía impulsando cambios en la industria desde antes de la formación de dicho organismo.

Desde la Alianza de Camioneros, antecedente más antiguo de los organismos camarales del transporte, allá por los años 50, don Polo participó desde un principio. Si bien Isidoro Rodríguez estaba al frente del gremio transportista, el señor Almanza trabajaba mucho por el autotransporte dentro de la Cámara.

La presencia de don Polo en este proceso de cambio fue muy importante. Dentro de la CANACAR formó parte de los diferentes consejos administrativos; también fue Vicepresidente y estuvo cercano a las decisiones del organismo, brindando su experiencia y visión para quien lo necesitara.

“Aunque yo haya sido fundador de la CANACAR, eso ya es historia. Lo importante es que un gremio unido siempre va a progresar; un gremio dividido no tiene ningún futuro”, recomendó don Polo a los socios de la Cámara durante la inauguración de la terminal de Tresguerras en Tlalnepantla, su última aparición en público.

Don Leopoldo tuvo un papel clave en la fundación de la CANACAR. Foto: Archivo Autotransporte 2000.

Por la Panamericana

Además de conductor y empresario, otra faceta de don Polo fue la de corredor de autos. En mayo de 1950, Tresguerras fungió como patrocinador de la Carrera Panamericana y participó con un automóvil. Para conducirlo, fueron elegidos Almanza Vera y Ranulfo Silva Solís, ambos conductores y sin experiencia en las carreras. El vehículo, un Ford Mercury 1951, estaba rotulado en el frente con la palabra “Celaya”; en los costados “Tresguerras” y en la parte trasera una leyenda que decía: “En nombre de Dios arriba a nosotros”.

Luego de 3 mil 436 kilómetros y 26 horas de recorrido desde Texas hasta la frontera con Guatemala, los operadores concluyeron su participación en el lugar 14 de un total de 114 competidores, con un récord de cero accidentes. Naturalmente, en Celaya fueron recibidos como auténticos héroes griegos. (Redacción Autotransporte)

Don Polo y Ranulfo Silva en su faceta de pilotos de carreras. Foto: Autotransporte 2000.

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